Las creencias populares siempre aparecen en las conversaciones de las personas mayores. Siempre he oído a mi madre y a mis tías hablar de que cuando alguien levanta a un bebé, a éste se le revuelve la tripa o se asusta. La columna vertebral de un bebé es otro tema que sale mucho en casa, pero ¿será todo cierto? ¿A qué se deben las espinas dorsales caídas y los surcos en el pecho? Bueno, para empezar hay que recordar que se estamos hablando de mitos y algunos implican supersticiones de la gente mayor (abuelos, bisabuelos y tatarabuelos), por eso este no es un texto sobre religión sino sobre casos que eran comunes en siglos pasados, cuando la medicina no era tan accesible y desarrollada como ahora. Así que para desentrañar estos mitos, profundicé para saber qué hay de cierto y qué hay de mítico en estas dolencias centenarias que pueden afectar a un bebé.

Colapso de la columna – ¡Verdad!

La espina dorsal caída o arco caído es una afección que puede causar muchos síntomas tanto en adultos como en bebés, pero es menos frecuente en bebés. La espina caída no es más que el nombre que se le da a el desplazamiento del hueso que se encuentra en medio del tórax. Este hueso es flexible y puede dislocarse en los adultos debido al exceso de peso, pero ¿qué pasa con los bebés? Esta luxación puede producirse por una mala manipulación a la hora de recoger al bebé pero también puede ocurrir por algunos juegos como, por ejemplo, tirar al bebé hacia arriba.

Los síntomas pueden ser:

  • Vómitos
  • Posición incómoda (ninguna posición es buena para el bebé)
  • Llantos agudos (debido a la sensación de dolor)
  • Brazos o piernas más largos que el otro

¿Y cuál es el diagnóstico? Hoy en día está científicamente demostrado que una simple radiografía puede mostrar un hueso dislocado en el pecho y confirmar la famosa columna vertebral caída pero, al no ser una dolencia muy divulgada, puede haber varios diagnósticos hasta llegar a lo que realmente es. Antônia, una mujer de 70 años solía presenciar casos de espina dorsal caída y nos cuenta que, antiguamente, se trataba con mucha superstición, rezos y bendiciones. Hoy en día no es así, pero sigue habiendo superstición en torno a esta dolencia.

“Antiguamente, cuando veíamos a un niño llorar demasiado, la madre ya sospechaba que tenía la columna caída y a la primera persona a la que se le consultaba sobre el tema era la benzedeira. Mi madre ha sido benzedeira toda la vida, una enseñanza de madre a hija, pero no quería seguir con la misión. Ella había bendecido a dos niños con la columna caída y el pecho levantado y luego fue muy solicitada. Para comprobar si realmente había una columna caída, medíamos con un cordel las piernas, el vientre y los brazos del niño y, si había diferencia, rezábamos una oración para reestablecerle la salud y los síntomas desaparecían casi inmediatamente.”

¿Cómo curar una columna caída sin la ayuda de “rezos” como se solía hacer antes? ¡No desesperes! Las sesiones de fisioterapia pueden hacer el truco. Si tu bebé llora mucho, merece la pena pedirle al pediatra que le eche un vistazo y, si es necesario, que le haga una radiografía de tórax.

Cabeza revuelta – ¡Casi verdad!

Ahora se lo conoce con otro nombre: el síndrome del bebé sacudido. Este síndrome se desencadena por movimientos que mueven el cerebro del niño dentro de su cráneo y puede provocar que el bebé tenga problemas como vómitos, irritabilidad, convulsiones por la lesión que le pueden haber provocado los movimientos bruscos. Un inocente juego, como por ejemplo, el de lanzar al bebé hacia arriba y cogerlo puede convertirse en un riesgo para su salud.

La enfermedad de los siete días – Una mentira

El mal de los siete días era temido por las madres que se encerraban en sus habitaciones tras el nacimiento de su bebé. Hasta el séptimo día del nacimiento del niño no exponían al recién nacido a la luz y lo vestían de rojo para alejar el mal. La enfermedad de los siete días puede interpretarse de dos maneras: ictericia o tétanos neonatal, ambas cosas desconocidas para mucha gente en el pasado. La coloración amarillenta, como se la llamaba a la ictericia, podía incluso matar al niño según el grado y empeoraba, de manera casual, al séptimo día de la vida del bebé. La infección del ombligo, el tétanos neonatal, se producía por la falta de higiene y la oxidación del instrumento de corte al cortar el cordón umbilical que une al bebé con la mamá. Así que podemos decir que la parte de la enfermedad es cierta pero que el folklore que la rodea es un mito: dejar al niño encerrado en un cuarto oscuro no evita la enfermedad.

Por suerte, ambas enfermedades se diagnostican y se medican y se han eliminado de los tiempos modernos. Hay creencias populares que se terminaron confirmando y otras que no encajaron y que ahora no son más que cosas de la sabiduría popular… Hacenos tu pregunta y a lo mejor la publicamos en el próximo Mitos y Verdades de la Maternidad.